Friday, December 17, 2010

a 30000 pies de altura... Dios mediante...

Ya voy de nuevo en el avión. Últimamente he tenido la peor de las suertes y mira que este no era el caso. Bueno con la excepción de la vez que a Martita se le olvidaron las visas, después de haber sido recordada en más de una vez por Don Lalo, lo cual desencadeno una serie de trágicos acontecimientos. Primero el pleito de ley entre los dos sobre tan tremendo descuido, de regreso a Cuernavaca fuimos detenidos en Indianácolis (la parte de Insurgentes que pasa por enfrente de la UNAM) por un tamarindo que ni multa nos dio por que Martita le hizo la llorona. Estaba escrito, no íbamos a llegar de ninguna manera. Al llegar a Cuernavaca había un mensaje en la contestadora, a principios de los noventas en México no había tantos celulares. Era Petaca. El vuelo se había atrasado, lástima que nos paramos a comer quesadillas en Tres Marías.
Esa fue la última vez que sufrí mala suerte en los aeropuertos en aquella tan querida década, es más, hasta me toco viajar con los pilotos de camino a Guatemala debido a que, según cuenta Don Lalo, un político llego a quererse sentar a chaleco en mi lugar. El primer lustro del nuevo milenio fue una serie de altibajos. Resulta que en nuestro viaje de generación a Cancún a las azafatas, como se les decía antes de que se pusieran de sangronas con que son sobrecargos, se les ocurrió irse a huelga. Tremenda sorpresa que nos llevamos en el aeropuerto al saber que a Cancún, en una de esas, ya ni nos íbamos. Fuimos a parar en el noticiero y no con la mejor cara, no habíamos dormido en preparación y cargábamos una cruz más grande que la que se lleva a los hombres el JC de Iztapalapa. Pero ahí termino mi mala suerte.  Camino a Roma me llamaron al podio para comunicarme la mala noticia de que me “iban a tener que mandar en business” ya que el vuelo estaba sobrevendido. Como no iba solo y sintiéndome poderoso por tan agravante situación le informe a la señorita que también tenían que mandar a mi amiga. En verdad que no hay mejor manera de viajar, lástima que como nos fuimos por American resulta que se necesitan tener 21 años para tomar así que nos tuvimos que conformar con juguito de naranja recién exprimido a 30000 pies de altura.
Esa fue la última vez que tuve buena fortuna en el transporte público. Los últimos 3 años han sido fatales. Creo que no he tenido un solo vuelo que salga a tiempo. Hace 2 años casi no llego a Navidad, hace 3 semanas tuve que correr por todo SFO por que perdía mi conexión, a Martita le perdieron la maleta y a mí ya me mandaron a segunda revisión tanto en Estados Unidos como en México. Casi me quedo atorado sin poderme subir al ferry de Victoria a Seattle por culpa de la Migra y ahora cada que me subo a un Pullman me toca sentarme junto a la persona que vomita. Lo único que falta es que me agarren los huevos… “Could you please step over here sir”… corrección, es lo último que me faltaba.

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